Poemas para el TP nº 9 (elegir uno)

CONSTERNADOS RABIOSOS (MARIO BENEDETTI)

Así estamos

consternados

rabiosos

aunque esta muerte sea

uno de los absurdos previsibles

da vergüenza mirar

los cuadros

los sillones

las alfombras

sacar una botella del refrigerador

teclear las tres letras mundiales de tu nombre

en la rígida máquina

que nunca

nuca estuvo

con la cinta tan pálida

vergüenza tener frío

y arrimarse a la estufa como siempre

tener hambre y comer

esa cosa tan simple

abrir el tocadiscos y escuchar en silencio

sobre todo si es un cuarteto de Mozart

da vergüenza el confort

y el asma da vergueza

cuando tú comandante estás cayendo

ametrallado

fabuloso

nítido

eres nuestra conciencia acribillada

dicen que te quemaron

con qué fuego

van a quemar las buenas

las buenas nuevas

la irascible ternura

que trajiste y llevaste

con tu tos

con tu barro

dicen que incineraron

toda tu vocación

menos un dedo

basta para mostrarnos el camino

para acusar al monstruo y sus tizones

para apretar de nuevo los gatillos

así estamos

consternados

rabiosos

claro que con el timpo la plomiza

consternación

se nos irá pasando

la rabia quedará

se hará mas limpia

estás muerto

estás vivo

estás cayendo

estás nube

estás lluvia

estás estrella

donde estés

si es que estás

si estás llegando

aprovecha por fin

a respirar tranquilo

a llenarte de cielo los pulmones

donde estés

si es que estás

si estás llegando

será una pena que no exista Dios

pero habrá otros

claro que habrá otros

dignos de recibirte

comandante.



LA MUCHACHA DEL BALCÓN (JUAN GELMAN)

La tarde bajaba por esa calle junto al puerto

Con paso lento, balanceándose, llena de olor,

Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,

Nunca es mayor su harapienta melancolía

Ni andan más tristes de paredes,

En las profundas escaleras brillan fosforescencias

.......................................................como de mar,

ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si

..........................................................recordaran,

eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,

una dulzura como de labios de la tarde, carnal,

............................................................carnal,

los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,

arden con una especie de niñez

contra la oscuridad, el vaho de los dancings.

Esa dulzura era como si cada uno recordara a una

..................................................................mujer

Sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,

El silencio de los desconocidos

Era un oleaje en medio de la calle

Con rodillas y rostros de ternura chocando

Contra el "New Inn", las puertas, los umbrales de

.......................................................color abandono.

Hasta que la muchacha se asomó al balcón

de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con la

.......................................................cama deshecha

donde todos creyeron haberla amado alguna vez

antes de que viniera el olvido.



JOSÉ RAMÓN CANTALISO (NICOLÁS GUILLÉN)

José Ramón Cantaliso,

¡canta liso!, canta liso,

José Ramón.

Duro espinazo insumiso:

por eso es que canta liso

José Ramón Cantaliso,

José Ramón.

En bares, bachas, bachatas,

a los turistas a gatas,

y a los nativos también,

a todos, el son preciso

José Ramón Cantaliso

les canta liso, muy liso,

para que lo entiendan bien.

Voz de cancerosa entraña.

humo de solar y caña,

que es nube prieta después:

son de guitarra madura,

cuya cuerda ronca y dura

no se enreda en la cintura,

ni prende fuego en los pies.

El sabe que no hay trabajo,

que el pobre se pudre abajo.

y que tras tanto luchar,

el que no perdió el resuello,

o tiene en la frente un sello,

o está con el agua al cuello

sin poderlo remediar.

Por eso de fiesta en fiesta

con su guitarra protesta,

que es su corazón también,

y a todos el son preciso,

José Ramón Cantaliso

les canta liso, muy liso,

para que lo entiendan bien.



EL GRAN MANTEL (PABLO NERUDA)

Cuando llamaron a comer

se abalanzaron los tiranos

y sus cocotas pasajeras,

y era hermoso verlas pasar

como avispas de busto grueso

seguidas por aquellos pálidos

y desdichados tigres públicos.

Su oscura ración de pan

comió el campesino en el campo,

estaba solo y era tarde,

estaba rodeado de trigo,

pero no tenía más pan,

se lo comió con dientes duros,

mirándolo con ojos duros.

En la hora azul del almuerzo,

la hora infinita del asado,

el poeta deja su lira,

toma el cuchillo, el tenedor

y pone su vaso en la mesa,

y los pescadores acuden

al breve mar de la sopera.

Las papas ardiendo protestan

entre las lenguas del aceite.

Es de oro el cordero en las brasas

y se desviste la cebolla.

Es triste comer de frac,

es comer en un ataúd,

pero comer en los conventos

es comer ya bajo la tierra.

Comer solos es muy amargo

pero no comer es profundo,

es hueco, es verde, tiene espinas

como una cadena de anzuelos

que cae desde el corazón

y que te clava por adentro.

Tener hambre es como tenazas,

es como muerden los cangrejos,

quema, quema y no tiene fuego:

el hambre es un incendio frío.

Sentémonos pronto a comer

con todos los que no han comido,

pongamos los largos maneles,

la sal en los lagos del mundo,

panaderías planetarias,

mesas con fresas en la nieve,

y un plato como la luna

en donde todos almorcemos.

Por ahora no pido más

que la justicia del almuerzo.


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